by Julia Schöneberg
First published on democracia abierta
Es hora de abandonar el desarrollo y pensar en el postdesarrollo.
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Este artículo es parte de la serie ‘Descolonizar la economía’ .
“Ellos me hablan sobre el progreso, sobre ‘logros’, sobre enfermedades curadas, niveles de vida mejorados. Yo estoy hablando de sociedades despojadas de su esencia, culturas pisoteadas, instituciones socavadas, tierras confiscadas, religiones destruidas, magníficas creaciones artísticas destrozadas, maravillosas posibilidades anuladas. Me arrojan datos a la cabeza, estadísticas, kilometraje de carreteras, canales y vías férreas. […] Estoy hablando de economías naturales que han sido interrumpidas, economías armoniosas y viables adaptadas a la población indígena, sobre cultivos destruidos, desnutrición introducida permanentemente, el desarrollo agrícola orientado exclusivamente hacia el beneficio de los países metropolitanos, sobre el saqueo de productos, el saqueo de materias primas “.
– Aime Césaire (1950): ‘Discurso sobre el colonialismo’
No nos andemos por las ramas: para comprender los problemas que existen con el discurso y la práctica actuales de “desarrollo”, no hay otra alternativa que situar a ese “desarrollo” como una construcción que ha resultado del colonialismo y que lo continúa perpetuando en su legado. Nada ilustra esto mejor que la cita anterior del poderoso ensayo de Aime Césaire sobre el “Discurso sobre el colonialismo”. Casi se lee como una crítica contemporánea de intervenciones de desarrollo fallidas, una aguda disección del extractivismo, del fetichismo del crecimiento económico, la división global del trabajo y la marginación de cosmovisiones e imaginarios no occidentales. El texto tiene casi 70 años, pero su relevancia ahora mismo no podría ser más evidente.
¿Cuáles son los problemas con el “desarrollo”?
Solo escribo sobre ‘desarrollo’ entre comillas. La palabra, el concepto, la práctica se ha utilizado (ab)usivamente para una variedad amplísima de agendas específicas, todas ellas estructuradas por jerarquías y asimetrías de poder. Dependiendo de los usos a la moda, el “desarrollo” se ha conceptualizado como: desarrollo como crecimiento; desarrollo como progreso; desarrollo como empoderamiento; y muchos más. Fundamentalmente, el término “desarrollo” se ha convertido en lo que Gustavo Esteva llama un término “ameba”, uno que carece de significado real.
La característica común de todas estas definiciones es que descansan en una dicotomía intrínseca entre “Occidente” y el “resto”, lo desarrollado y lo subdesarrollado. Existe la suposición inherente de que hay quienes poseen las soluciones y aquellos que necesitan ayuda. Ese ‘desarrollo’ puede ser dirigido por intervención. Como queda claro en la formulación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, el crecimiento económico sigue siendo fundamental en cualquier definición, a pesar de que existen obvias contradicciones con la ecología.
De manera irritante, el “desarrollo”, a pesar de la falta de claridad y múltiples fracasos, continúa considerándose algo bueno en sí mismo, el único medio viable para lograr un resultado positivo. Se rechazan las críticas que señalan una brecha cada vez mayor entre los que más poseen y los que intentan llegar a fin de mes cada vez con menos y menos recursos. Pero la convicción persiste: si el “desarrollo” se practicara de manera más participativa, más inclusiva y más poderosa, entonces… Si sel “desarrollo” implementara las soluciones tecnológicamente más avanzadas, mejores y más eficientes, entonces…. Entonces, ¡la pobreza sería fácilmente abolida!
¿Qué es el postdesarrollo?
En este contexto, una nueva línea de pensamiento está ganando terreno. La crítica que propone el postdesarrollo se opone fuertemente a la creencia de que, simplemente, lo que hace falta es que arreglar los fallos del “desarrollo”. Por el contrario, los defensores del postdesarrollo proclaman que el “desarrollo” ha fracasado en su totalidad.
El postdesarrollo nos exige que valoremos una pluralidad de formas de ver el mundo y que reconozcamos una multiplicidad de formas de vida
A pesar de constituir un grupo heterogéneo de críticas, hay varios puntos comunes que son esenciales para los argumentos a favor del postdesarrollo:
- Ni las cuestiones económicas ni las metodológicas son las causas fundamentales de las desigualdades mundiales persistentes y crecientes sino, más bien, lo son las asimetrías de poder, la ideología, la representación.
- El “desarrollo” se entiende como un discurso generado históricamente que sirve para establecer, estabilizar y reproducir la hegemonía y el control.
- El “aparato de desarrollo“, es decir, sus actores e instituciones, establece reglas que deben seguirse y define quién puede hablar, con qué autoridad y según qué criterios de experiencia.
- El “desarrollo” despolitiza las cuestiones de asignación de recursos , buscando simplemente soluciones técnicas a problemas técnicos.
¿Qué propone el postdesarrollo?
- Un cuestionamiento fundamental de las características centrales del discurso predominante de “desarrollo” que continúa enfocándose en el crecimiento económico, el productivismo, y conectado con una retórica de progreso basada en antropocentrismo, capitalismo, racionalismo, individualismo.
- Alternativas al modelo Occidental de homogeneización y el dominio de un marco lógico de “desarrollo = progreso”, especialmente medido en términos exclusivamente económicos.
- Un contra-término que involucra una multiplicidad de críticas sistémicas y sugiere diferentes formas de vida.
¿Alternativas al desarrollo?
Un cuestionamiento profundo de toda la idea de “desarrollo” como tal resulta demasiado incómodo e inconveniente. Sin embargo, especialmente a la luz del hecho de que cada vez es más difícil pasar por alto la evidencia de la finitud de nuestro planeta, es hora de no solo buscar sino de practicar alternativas al desarrollo.
No es necesario que estas alternativas sean pensadas por aquellos que se han proclamado ‘expertos en desarrollo’ durante tanto tiempo, si bien se practican ampliamente en las sociedades periféricas no occidentales. Hasta ahora, estas otras visiones del mundo o cosmovisiones se descartan rápidamente, calificándose de retrasadas o subdesarrolladas, simplemente porque no están a la altura del criterio de la modernidad eurocéntrica.
No se trata de romantizar la pobreza, una acusación que a menudo se hace contra el postdesarrollo. Más bien significa que no podemos formular una crítica del desarrollo, ni hablar sobre el postdesarrollo, sin tomar una lente decolonial. Las obras decoloniales (por ejemplo, Icaza, Lugones , Quijano) tienen una característica común: desafían las narrativas históricas que colocan a Europa en el centro y formulan la necesidad de considerar el mundo globalizado como lo conocemos en los contextos históricos más amplios del colonialismo, el imperio y la esclavitud. El postdesarrollo se enmarca en esta tradición. La cuestión es ahora ¿cómo podemos ponerlo en práctica?
Si consideramos el postdesarrollo como una ‘herramienta’, no nos estamos preguntando CÓMO podemos mejorar el desarrollo, sino: ‘POR QUÉ, a través de qué procesos históricos y con qué consecuencias se ‘ inventaron’ Asia, África y América Latina bajo la idea de que constituyen el ‘Tercer Mundo’, a través de qué discursos y prácticas de ‘desarrollo'( Escobar 1992 ). El postdesarrollo pone en cuestión el orden mundial actual desde arriba y desde abajo al mismo tiempo.
¿Qué quiero decir con poner en cuestión en orden mundial desde arriba y desde abajo?
Primero, el postdesarrollo sirve como base para las críticas sistémicas. Gran parte de la ayuda al desarrollo está dirigida a promover el crecimiento industrial. Jason Hickel platea importantes argumentos por escrito sobre la contradicción que representan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en términos de crecimiento y ecología. Argumenta en contra de la suposición implícita de que el crecimiento industrial es necesario para el desarrollo humano. Por el contrario, Hickel propone repensar la agregación del crecimiento económico mundial como estrategia de desarrollo y, a cambio, centrarse en la protección contra el acaparamiento de tierras, la protección de las semillas, la regulación de la especulación financiera sobre los productos alimenticios, la cancelación de la deuda, la justicia fiscal y la democratización de las instituciones clave de la gobernanza económica mundial (BM, FMI) para que los países del Sur Global tengan una voz más fuerte.
En segundo lugar, el postdesarrollo nos exige que valoremos una pluralidad de formas de ver el mundo y que reconozcamos una multiplicidad de formas de vida, bienestar y buena vida, que no toma a Occidente como el estándar al que hay que aspirar. Es vital que los formuladores de políticas, profesionales y activistas ubicados en el Norte Global, reconozcan sus propios privilegios, conocezcan sus propias posiciones, y reflexionen sobre cómo contribuyen a perpetuar ciertas concepciones sesgadas del ‘desarrollo’. Es esencial adoptar un enfoque crítico y reflexivo sobre los supuestos que sustentan las percepciones de lo que constituye una “buena vida” en oposición a los marcos eurocéntricos de “desarrollo”. Cómo capturamos y comunicamos ese conocimiento y quién llega a formar y presentar ideas como conocimiento experto relevante.
Llevar a la práctica el postdesarrollo
Es necesario tomar medidas en ambos lados, tanto desde arriba como desde abajo. En otros escritos he abogado por promocionar redes de solidaridad transnacionales, pero este nivel micro no puede ser el único punto de acción.
También es necesario actuar a nivel estatal, comenzando en el llamado Norte Global. Los cambios radicales en lo que Brand y Wissen han llamado el “modo de vida imperial” no se pueden lograr a través de mecanismos de mercado, sino a través de regulaciones y políticas. A nivel de la UE, como uno de los actores comerciales más fuertes del mundo, esto podría significar lidere las reformas estructurales que hagan que el sistema comercial global sea realmente justo. En el contexto de las negociaciones en curso sobre una asociación ACP-UE después de 2020, se plantea ya un impulso para la acción concreta. Lo mismo se aplica a las cuestiones de justicia fiscal y justicia climática, donde la UE como unión tiene un papel importante que desempeñar a nivel mundial.
Aquí estamos ya cerrando el círculo completo. Al reconocer el legado colonial del “desarrollo” como un proyecto, como un discurso, como un concepto, el Norte Global necesita confrontarse a sí mismo. Un “postdesarrollo práctico”, en primer lugar, debe significar “subdesarrollar” el Norte. En este sentido, el postdesarrollo comienza ‘en casa’.